Cuentos que te alimentan: El dulce de leche y el Río de la Plata

El dulce de leche y el Río de la Plata
  

Cuando llegaron aquí los primeros españoles , el gran río color  excremento parecía, en su  desmesura, un mar. Un mar dulce y marrón. Que destellaba enceguecedoramente cuando había sol, pero , frustrando la codicia de los colonizadores, sólo traía barro de las selvas continentales de 2.000 Km. y más al norte. Trataron de consolarse y justificarse ante otros empresarios/conquistadores más afortunados, mirando el envés del revés, y absortándose en el relumbre del agua, le llamaron Río de la Plata. Deseaban tan anheloso  metal, que cuando brillaba el agua barrosa se persuadían que debían ser partículas de plata las esquivas, inasibles causantes del esplendor, y el color marrón lodo, marrón excremento, marrón dulce de leche, apenas su apariencia.  
Tanta estética surrealista, tanto empecinamiento filosófico, en una palabra: tanta terquedad, tuvo, como siempre, consecuencias culinarias.  *
En primer lugar toda la gastronomía de la zona quedó signada por la cocina charrúa, que se consolidó comiéndose al Adelantado Don Juan de Garay y sus compañeros de carabela después de hacerse con el fuerte de Santa María del Buen Aire, levantado en la orilla occidental (Argentina).Lamentablemente esos originarios, los charrúas, han desaparecido, y como eran ágrafos (no escribían), no quedó más que la narración oral de los hechos, presentados como puro canibalismo, sin ningún detalle o procedimiento de tal cocina. No sabemos si fueron asados, hervidos o siquiera condimentados y con qué.  Si ya empleaban el chimichurri para sazonar los asados, etc. (Algunos aducen que la voz chimichurri, la popular salsa para el asado argentino, significa “conquistador al ajillo”, y que es de origen charrúa; sin embargo resulta opinable, y en todo caso, dudoso, en tanto que prueba historiográfica de la cocina rioplatense).
También el ominoso color marrón signó nuestra cultura, demasiado eufemística, y llena de premios consuelo para eternos perdedores , como  los mitos del origen y el linaje . Que como no contienen promesas futuras sino pasadas, y funcionan con la evidente ventaja que como ya se cumplieron nadie va a exigir que se hagan efectivas.  
Así, aunque no haya nada más parecido al color -y a veces al olor- fecal que el barro que traen los grandes ríos, cuya confluencia forma el susodicho Río de la Plata y del cual nunca se pudo sacar ni un gramo de metal - Buenos Aires y la vecina Banda Oriental del Uruguay fueron conocidas como Provincias Cisplatinas del Virreinato que fue del Río de la Plata . A la hora de la platinada independencia, se llamó Argentina ( del latín argentum = plata ).  
Del 1500 al 1700, la solidez del mito del agua espejando los fulgores del lodo, compensaba la insignificancia e inflaba la soberbia de los contrabandistas afincados en ambas orillas del Mar Dulce ; el otro nombre-parche para ese Río de la Plata sin plata, la que sí brotaba de las minas del Potosí boliviano o del Guanajuato mexicano. Más porfiados que codiciosos, tal vez impedidos de volverse ¿ a donde ?, se afincaron en estas tierras de escasa comida e indios aguerridos y hostiles. Incluso transformaron el idioma : hasta hoy, dinero se dice plata solo en Uruguay y Argentina.
Ni así dejaron la porfía codiciosa que los afincó en estas tierras de escasa comida e indios aguerridos y hostiles : hasta hoy, dinero se dice "plata" en Uruguay y Argentina.  
Pero el ecosistema de las pampas, esas inmensas llanuras húmedas, trajo finalmente la riqueza para los que vestían sus miserias con la lírica del refulgente río marrón. Entonces, por ese mar dulce y marrón y platinado iban saliendo la carne de las vacas y el trigo que parían las pampas, y por él volvían las dulces ganancias y mercaderías europeas. Por fin, el río traía plata, pero del otro lado del mar. Desinhibidos por los almíbares del éxito mercantil, entronizaron rey de los manjares al Dulce de Leche, tan marrón como el río. Había un pequeño detalle- era un producto original de los caseríos vascos -pero pronto se olvidó . ( Los tiempos de Rosas, Lavalle & Co., del 1800 en adelante) La nacionalización del Dulce de Leche siguió el mismo camino que el plateado del río. Al punto que todo argentino cree firmemente que el Dulce de Leche es un invento argentino, industria nacional. Quizás sí, pero de la fábrica de mitos.
Sin embargo la Historia, como se vio con lo de la plata del río, da sorpresas y enreda las cosas. ¿Quién sabe?... si mañana el Dulce de Leche llegara a ser el componente esencial de una nueva dieta curalotodo, o de un propelente de misiles, o del marrón más buscado por los jefes de la moda, y trajera inmensa fortuna a sus creyentes nacionales ...Y entonces ¿quién se atrevería a cuestionar el origen, o el bautizo fraudulento de la cosa ?
El río no traía plata, pero somos ya 38 los millones de platinados (argentinos) en su orilla, que creemos que esa jalea marrón y  dulce , como el agua del río, es invento argentino. Como las vacas que proveen la materia prima para hacer el dulce de leche . Y que la bandera celeste y blanca no son los colores de la casa real de Borbón, sino del cielo de la patria en la pupila de Belgrano.  
 Aunque no haya dulce de leche para todos : muchos ni lo conocen, ya que más de la mitad de los argentinos está bajo la línea oficial de la pobreza, y  de ésos bastantes pasan hambre. En este país que produce alimentos para 300 millones de personas. Y dulce de leche.  

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